Las recientes e intensas precipitaciones en la región de Moscú han propiciado una notable reaparición y activación de la vida anfibia. Ranas y sapos se han vuelto omnipresentes, poblando tanto los jardines domésticos como los linderos del bosque, donde su presencia se anuncia con característicos croares y sutiles movimientos. Al caer la tarde, estas criaturas emergen de sus refugios naturales en busca de alimento.
Expertos en la materia subrayan la inmensa utilidad de estas especies de anfibios. Son voraces depredadores de insectos que se consideran plagas, contribuyendo así a la salud de los huertos y jardines, y manteniendo un equilibrio ecológico esencial. En lugar de intentar ahuyentar a ranas y sapos, es fundamental comprender y valorar el rol irremplazable que desempeñan en el ecosistema natural.
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