Una investigación reciente ha revelado un método innovador y no invasivo para la detección temprana de la enfermedad de Parkinson, basándose en el análisis del olor del cerumen (cera de oído) con la ayuda de la inteligencia artificial. Esta tecnología, simple y accesible, promete cambiar el panorama del diagnóstico médico en un futuro cercano, permitiendo identificar la enfermedad mucho antes de la aparición de los primeros síntomas.

El Desafío Actual del Diagnóstico del Parkinson
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo prevalente que, desafortunadamente, aún carece de cura. Los tratamientos actuales buscan ralentizar su progresión y mejorar la calidad de vida del paciente, siendo estos esfuerzos más efectivos cuando se realiza un diagnóstico temprano. Sin embargo, esta tarea es considerablemente compleja. Los métodos actuales para confirmar el diagnóstico, como la neuroimagen, las pruebas genéticas y las evaluaciones neurológicas, resultan costosos y no siempre ofrecen una imagen completamente precisa del estado del paciente.
Un Nuevo Paradigma: El Cerumen como Bioindicador
Reconociendo la “imperiosa necesidad de una solución diagnóstica objetiva que sea sencilla, rápida y económica para garantizar un tratamiento oportuno a los pacientes con Parkinson”, un grupo de investigadores chinos se embarcó en este innovador estudio. Los resultados de su trabajo, titulado “Modelo de diagnóstico de la enfermedad de Parkinson basado en inteligencia artificial utilizando el olfato y compuestos orgánicos volátiles de las secreciones del canal auditivo”, fueron publicados en la revista científica de la Sociedad Química Americana, Analytical Chemistry.
Los científicos chinos han determinado que el cerumen puede ser la clave para esta herramienta diagnóstica, específicamente su olor. La idea de diagnosticar el Parkinson a través del olor de las sustancias biológicas del cuerpo no es totalmente nueva; un estudio de 2016 ya había revelado que una mujer logró “oler” la enfermedad en su esposo. Históricamente, la mayoría de las investigaciones se centraron en el sebo cutáneo, una sustancia grasa de la piel que contiene compuestos orgánicos volátiles (COV) responsables de olores distintivos. En 2019, estudios previos habían recogido muestras de sebo de la espalda de 64 voluntarios (incluidos pacientes con Parkinson), mostrando que las muestras de individuos con la enfermedad contenían COV asociados a un perfil de olor único. Sin embargo, se encontró que factores ambientales podían alterar el contenido de COV en el sebo, lo que lo hacía una fuente de información potencialmente poco fiable.
La Estabilidad del Cerumen y la Precisión de la IA
En este nuevo estudio, se exploró el cerumen como una fuente alternativa de COV, ya que el canal auditivo ofrece un entorno más aislado de factores externos, sugiriendo una mayor estabilidad en las muestras. “De manera similar al sebo en la superficie de la piel, las secreciones del canal auditivo contienen lípidos, proteínas y otros compuestos, incluidos COV, que brindan información sobre el estado metabólico del organismo y las condiciones inflamatorias”, subraya la investigación.
Los investigadores obtuvieron muestras de cerumen de 100 personas diagnosticadas con Parkinson y 79 personas sin la enfermedad. Utilizando la cromatografía de gases, identificaron los COV presentes en cada muestra. Los hallazgos fueron significativos: las secreciones del canal auditivo de los participantes con Parkinson contenían 196 COV distintos, en contraste con los 168 COV detectados en el grupo de control. Se lograron identificar 4 COV que presentaban diferencias marcadas entre ambos grupos, lo que los convierte en potenciales biomarcadores de la enfermedad.
Posteriormente, el equipo entrenó un modelo de inteligencia artificial olfativa (IA) con estos datos para distinguir entre individuos con y sin Parkinson. Tras el procesamiento de la información, el sistema demostró una impresionante precisión del 94.4% en esta tarea. Los autores del estudio están convencidos de que su investigación allana el camino para el desarrollo de un sistema de diagnóstico portátil destinado a la detección temprana del Parkinson.
Factores Influyentes y Futuras Direcciones
Las variaciones en la composición de los COV observadas entre los grupos de estudio podrían explicarse por diversos mecanismos fisiológicos. Estos componentes pueden derivar de una exposición ambiental prolongada o de hábitos de vida que incrementan el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson. El proceso de envejecimiento y otros cambios corporales también podrían contribuir a las alteraciones en el perfil de COV y, simultáneamente, al desarrollo del Parkinson.
El doctor toxicólogo Alexey Vodovozov no expresa sorpresa ante el interés de los investigadores chinos en el cerumen, dada la historia milenaria de experimentos con esta sustancia en China e India. Sin embargo, destaca que la incorporación de la inteligencia artificial a esta investigación marca un avance sustancial. A pesar de que el experto señala el reducido tamaño de la muestra como una limitación, reconoce el gran potencial de este trabajo. “Ahora, los autores planean comparar los perfiles de COV en pacientes en diversas etapas de la enfermedad de Parkinson y explorar otros grupos étnicos. El resultado, si las circunstancias son favorables, podría ser un excelente método de cribado no invasivo. O quizás no. Todo dependerá de cómo evolucione”, concluyó Vodovozov.