El Altái, a menudo denominado los Alpes siberianos o el Tíbet ruso, es célebre no solo por la imponente belleza de sus paisajes, sino también por su profunda y mística reputación. Esta región está imbuida de antiguas creencias, donde las cumbres de las montañas se consideran portales a otros mundos y el murmullo de las aguas turquesas del Katún, cuyo nombre deriva del término altái «kadyn» (señora), parece susurrar antiguas canciones chamánicas.
La sagrada montaña Beluja, que se alza majestuosa, es según las leyendas el camino hacia la mítica Shambhala, la tierra de la iluminación. En los bosques y montañas del Altái habita el maral, un ciervo noble venerado como un poderoso símbolo de fuerza y conexión con la naturaleza.








