El impacto del estrés en el desarrollo del cáncer: nuevas perspectivas científicas

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Expertos debaten la conexión entre el estado emocional y el riesgo de enfermedades oncológicas.

El estrés y la depresión por sí solos no causan cáncer, pero pueden conducir a hábitos perjudiciales que aumentan significativamente los riesgos oncológicos e influyen en el curso de la enfermedad. Fumar sigue siendo el factor más peligroso, y su eliminación es crucial para controlar el cáncer, según expertos rusos.

Médicos discuten hasta qué punto la ansiedad puede contribuir al desarrollo del cáncer

Foto: Gennady Cherkasov

En Rusia, se han iniciado ensayos clínicos de una vacuna contra el cáncer, lo que podría cambiar la dinámica de la incidencia de la enfermedad. No obstante, para un progreso significativo en la lucha contra la oncología, los expertos enfatizan la importancia de modificar los factores de riesgo de enfermedades crónicas no infecciosas.

Es común asociar el ritmo de vida acelerado y el estrés constante con un mayor riesgo de desarrollar tumores malignos. La profesora Tatiana Karavaeva, jefa del departamento de tratamiento de trastornos psiquiátricos limítrofes y psicoterapia, e investigadora principal del “Centro Nacional de Investigación Médica de Psiquiatría y Neurología V.M. Bekhterev” del Ministerio de Salud de Rusia, señala que la literatura científica explora esta conexión, así como la posible influencia de rasgos de personalidad o traumas psicológicos infantiles, y los trastornos de ansiedad y depresión en el desarrollo de neoplasias malignas.

Las investigaciones sugieren que el estrés, especialmente crónico, puede ser un factor de riesgo modificable que aumenta la probabilidad de ciertos tipos de cáncer. Por ejemplo, un estudio realizado entre trabajadores coreanos encontró una relación dosis-dependiente entre el nivel de estrés (medido por auto-evaluación) y el riesgo de cáncer.

Sin embargo, muchas otras investigaciones indican que el estrés no es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de enfermedades oncológicas, continúa la profesora Karavaeva. La interdependencia observada en algunos estudios disminuye significativamente al considerar el impacto del tabaquismo, que a menudo acompaña al estrés. Las revisiones sistemáticas de publicaciones sugieren que el estrés psicosocial no está directamente asociado con enfermedades oncológicas, pero actúa como un factor que desencadena una reacción en cadena: si no hay otras formas de manejar el estrés, se puede “fumar” para sobrellevarlo.

Científicos daneses, al estudiar las llamadas estrategias de afrontamiento en una muestra de 100 mil participantes, sugirieron que la supresión emocional podría ser un riesgo para el desarrollo de enfermedades oncológicas debido a la reducción de la respuesta inmunitaria.

Fumar no solo causa cáncer, sino que también influye significativamente en su progresión, subraya el profesor David Zaridze, miembro correspondiente de la Academia Rusa de Ciencias, jefe del departamento de epidemiología clínica del Instituto de Investigación Oncológica N.N. Blokhin y presidente de la Sociedad Anticancerígena Rusa. Datos de un estudio ruso en pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas (CPCNP) mostraron que los que dejaron de fumar después del diagnóstico tuvieron una mediana de supervivencia casi dos años mayor (6.6 frente a 4.8 años). La supervivencia a cinco años también aumentó (61% frente a 49%). El riesgo de progresión tumoral y la mortalidad, incluida la oncológica, disminuyeron entre un 25% y un 33%, según el indicador.

El académico Zaridze afirma que estos resultados son una señal clara: incluso si el cáncer ya ha sido diagnosticado, dejar de fumar sigue desempeñando un papel críticamente importante. No es una teoría, son años concretos que una persona gana a cambio de los cigarrillos.

Si dejar de fumar es difícil incluso para pacientes con cáncer de pulmón, es aún más complicado para quienes no padecen la enfermedad. La profesora Tatiana Karavaeva señala que las personas que intentaron dejar de fumar y fracasaron experimentan síntomas de ansiedad y depresión más pronunciados que aquellas que no lo intentaron. Por ello, es crucial que el abandono del tabaquismo sea exitoso desde el principio. Esto es especialmente relevante para pacientes con ansiedad y depresión, quienes a menudo no logran dejar de fumar de inmediato. En estos casos, se utiliza un enfoque integral que incluye psicoterapia, técnicas cognitivo-conductuales, farmacoterapia y, si es necesario, el uso temporal de productos de nicotina menos tóxicos, como los sistemas electrónicos de calentamiento de tabaco, como etapa intermedia hacia el cese completo.

Zaridze opina que el verdadero milagro en la lucha contra el cáncer no es su tratamiento, sino su prevención. El verdadero milagro sería evitar el desarrollo de la enfermedad por completo. Aunque la inmunoterapia logra resultados “milagrosos”, dejar de fumar también debe incluirse en el programa de tratamiento de pacientes oncológicos, ya que mejorará la eficacia de la terapia antitumoral.

Recientemente, Veronika Skvortsova, jefa de la Agencia Federal Médico-Biológica de Rusia, declaró que no será posible resolver completamente el problema de las enfermedades oncológicas en el futuro cercano. Sin embargo, sí es posible controlarlas y, en esencia, convertirlas en enfermedades crónicas manejables. En su opinión, esto permitirá inducir remisiones prolongadas, aumentar la esperanza de vida de los pacientes y mejorar su calidad de vida.

Autor: Ekaterina Pichugina
Dante Humberto Quiroga

Dante Humberto Quiroga, 29 años, periodista emergente pero prometedor de Trujillo. En tres años de trabajo, se ha establecido con profundos análisis sobre el sistema de salud. Se especializa en la cobertura de tecnologías médicas innovadoras y su implementación en clínicas peruanas.

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